Friday, June 25, 2010

Zitman



El año pasado visité la exposición en Sevilla, en la sala Santa Inés, del escultor holandés afincado en Venezuela Cornelis Zitman. En pricipio, la escultura no es la disciplina artística que más me interesa (siento un mayor interés por la arquitectura y la pintura). Las esculturas de Zitman, sin embargo, me gustaron y me inspiraron lo bastante como para tomar un pequeño reportaje de la exposición.
Meses después el propio escultor, gracias a San Gúguel, descubrió mi galería y le gustó tanto que se puso en contacto conmigo para solicitarme que colaborara en varios de sus proyectos. Ha sido una sorpresa muy agradable! Zitman es un artista bastante reconocido, de amplia trayectoria, que ha trabajado con grandes fotógrafos internacionales para que registren su obra. Que se haya dirigido directamente a mí, en los términos tan elogiosos como lo ha hecho, y que me haya dicho que está entusiasmado por cómo interpreto su obra, es algo que no puede sino llenarme de satisfacción.
En las próximas semanas estaré de lleno centrado en este proyecto, que abordo con gran ilusión...

Friday, May 28, 2010

Érase una vez el Aljarafe...

Tengo en marcha un proyecto fotográfico llamado "Mi tierra". Se trata de un ensayo sobre la transformación de los paisajes agrarios y urbanos tradicionales en la comarca donde me crié, el Aljarafe sevillano. Carrión de los Céspedes, mi pueblo, forma parte del límite occidental de la comarca, lindando ya con el Condado de Huelva, una comarca de características culturales y paisajísticas muy similares: predominio de los cultivos de secano de la tríada mediterránea (trigo, vid y olivo), red de pueblos bastante tupida con muchos núcleos medianos o pequeños cercanos entre sí, y presencia muy significativa de la mediana y pequeña propiedad agraria. Es decir, una comarca agraria con una personalidad muy distinta de lo habitual en las campiñas de la Baja Andalucía, dominadas por el latifundio y con un poblamiento concentrado en núcleos muy grandes (agrociudades) y bastante más alejados entre sí de lo que ocurre en el Aljarafe.
Cuando yo era niño, los pueblos del Aljarafe, incluso aunque muchos de ellos no contaran con un patrimonio monumental de importancia, como ocurría con Carrión, conservaban intacta la arquitectura popular de casas encaladas y de tejas árabes, hasta el punto de que, según parece (aunque este extremo no lo he podido corroborar), Carrión aparecía en los años 60 en la Guía Michelín como ejemplo de "pueblo blanco" andaluz, lo mismo que hoy se dice, salvando las distancias, de Arcos de la Frontera o de Grazalema. Estos núcleos rurales más o menos pintorescos estaban separados (o unidos, según se vea) por extensiones de "tierra calma" donde se plantaba sobre todo cereal, y por olivares y viñas, además de algunas huertas cercanas a los pueblos y de algunas manchas de dehesas, no muy extensas pero formidables, como las de Lerena o Espechilla, que fueron testigos de nuestras exploraciones infantiles y de algún que otro encuentro fortuito con ganado bravío o que a nosotros nos pareció bravío...

La orografía de la zona, con abundancia de suaves colinas de origen fluvial, propiciaba la formación de numerosos rincones verdaderamente bucólicos, con ejemplos deliciosos de paisajes mediterráneos humanizados: paisajes amables, en absoluto agrestes, domados desde hace siglos por la acción humana, y que podían ser transitados sin mayores riesgos ni problemas.
Con el tránsito del siglo XX al XXI, sin embargo, el crecimiento urbano de Sevilla cruzó el río y empezó a devorar los pueblos más orientales del Aljarafe (Castilleja de la Cuesta, Camas, San Juan de Aznalfarache, Tomares, Bormujos, Gines...), que pasaron a convertirse en ciudades dormitorio de la corona metropolitana hispalense.
En los últimos años, el "pelotazo" de la construcción generó un crecimiento urbanístico desmesurado y sin control alguno en el Aljarafe, donde pocas localidades se salvaron de que los ayuntamientos actuaran con la más absoluta irresponsabilidad, concediendo licencias de construcción a troche y moche, sin la más mínima planificación ni coordinación. De esta manera, haciendo cada ayuntamiento de su capa un sayo, los promotores urbanísticos fueron alicatando hasta el techo prácticamente todo el suelo disponible, extendiéndose en forma de metástasis un poblamiento monstruoso, lleno de casitas y chalecitos adosados o pareados, que ha sepultado los pueblos del Aljarafe, sobre todo cuanto más cerca de la capital se encuentren.

En mis fotos he procurado plasmar lo que queda aún del Aljarafe que yo conocí (fundamentalmente, desde Sanlúcar la Mayor hacia el oeste) frente a la realidad delirante y fantasmagórica de los adosados. Cuando escribo estas líneas, la crisis económica ha barrido de un plumazo el sueño del "pogreso" (como llamaba más de un alcalde al pelotazo urbanístico) y los ayuntamientos aljarafeños, muchos de ellos endeudados hasta las cejas, y no pocos con indicios claros de corrupción de los ediles, se enfrentan al problema irresoluble del mantenimiento de un tipo de poblamiento ajeno a la tradición mediterránea, y que supone un derroche estúpido de suelo y de recursos. No se trata solo de la destrucción de los paisajes agrarios y urbanos tradicionales: la nueva realidad, ese dédalo inextricable de carreteras, cruces y rotondas, resulta sencillamente insostenible, ya que este poblamiento disperso es un círculo vicioso en el que el tráfico privado es a la vez la única solución y el mayor de los problemas.

Friday, May 21, 2010

I hate Paris

En realidad, me gusta la canción de Cole Porter, pero no la ciudad. Mucha gente se lleva las manos a la cabeza cuando les digo que no me gusta París. La capital francesa está fírmemente arraigada en el imaginario colectivo como una de las ciudades más hermosas del mundo, y causa mucha extrañeza la disensión. Pues mire usted, no, no me gusta París. Ni una mijita. Hablamos, naturalmente, del París monumental, de la ciudad diseñada por el barón Haussmann a mayor gloria de Napoleón III y de la razón de Estado. La antigua ciudad medieval fue arrasada y en su lugar apareció la ciudad burguesa en todo su esplendor imperialista y un punto hortera. Sí, me parecen horteras esos monumentos grandilocuentes, esa escala monstruosa pensada para empequeñecer a las personas y exaltar el poder. Las ciudades medievales, qué duda cabe, tenían serios problemas de salubridad, pero estaban hechas a escala humana. Con el París de Haussmann, la ciudad dejaba de estar a la medida del hombre y pasaba a convertirse toda ella en un monumento, en un parque temático sobre el poder del Estado (de un estado burgués autoritario, racista e imperialista, para más señas). En París los bulevares se pensaron para los desfiles militares, o para las cargas de caballería. Su anchura inhumana tenía como objetivo, entre otros, dificultar las barricadas de 1830 o de 1848. Y qué me dicen del ojo del huracán de todo este urbanismo, de ese horrendo Arco del Triunfo? Cómo puede la gente admirar semejante espanto, levantado para glorificar el militarismo y el chovinismo?

Monday, May 17, 2010

Algunas publicaciones recientes

En mi web tengo una galería de recortes de publicaciones que procuro actualizar de cuando en cuando. En realidad, solo puedo mostrar allí una parte pequeña de lo que publico, ya que la mayoría de las agencias no te proporcionan copia de las publicaciones. Últimamente, me alegró bastante ver esta foto publicada en El País el domingo 21 de febrero:
También me ha llegado hoy este ejemplar de la revista británica Photo Plus (nº 29, de diciembre de 2009), donde publicaron un artículo a dos páginas con un texto y varias fotos mías. Se supone que soy el experto en fotografía arquitectónica de la revista! O así me dijo al menos su editor, Chris George.
Ambos recortes pueden apreciarse con un mejor tamaño en la galería de mi web.

Friday, May 14, 2010

Bretaña


Lo malo de viajar por la Europa civilizada es que tiene uno que volver al cafrerío ibérico, a este caos donde reinan el desmadre, el ruido, la fealdad y la suciedad.
Este verano visité Bretaña y a cada paso me decía por qué demonios no podremos nosotros mantener nuestra tierra así?
Bretaña es un país limpio y fresco, con un clima deliciosamente atlántico, con ciudades y pueblos bien conservados y cuidados con esmero por sus habitantes. Tan difícil es eso de conseguir entre nosotros? Parece que sí...
Por supuesto, hice miles de fotos de la formidable arquitectura que el país bretón nos ofrece.

Thursday, April 15, 2010

Arquitectura


(Nota previa: se supone que un blog debe mantenerse con regularidad. Pero resulta que la vida adulta tiene algunas servidumbres...)

Desde hace unos meses ando liado con un proyecto para un libro de monumentos de la historia de España, en el que me han asignado la provincia de Sevilla. La enjundia de este proyecto (con un catálogo de más de 80 monumentos que fotografiar), junto con la falta crónica de tiempo que padezco, ha significado que la fotografía arquitectónica sea, de un tiempo a esta parte, casi el único tipo de fotografía que practico.


No me importa. La arquitectura es tan apasionante, y fotografiarla me resulta tan grato, que creo que he encontrado por fin mi lugar como fotógrafo. De las bellas artes, la arquitectura siempre me ha subyugado, lo mismo que la pintura, mientras que la escultura no me ha interesado nunca en exceso. La arquitectura crea espacios y es una formidable demostración material de la inteligencia humana, de la pura abstracción. Hay muy pocas cosas que nos definan más, que nos distingan más del resto de animales, que los edificios que construimos (por más que haya algunas otras especies con grandes cualidades en este sentido).

El proyecto de los monumentos me está haciendo fotografiar edificios que ya conocía así como otros que jamás había visitado. Pero, en realidad, estoy haciendo fotos nuevas de la práctica totalidad de ellos, ya que mis imágenes anteriores al uso de las lentes descentrables me parecen ahora espantosamente incorrectas, y ya no soporto la más mínima inclinación en las líneas verticales de los edificios.

Ahora mis fotos son absolutamente deliberadas, no una instantánea casual de alguien que pasa por allí con la cámara en ristre a ver qué encuentra. Cuando voy a visitar un edificio que no conozco, me documento sobre su ubicación y, aparte de los datos prácticos como horarios de visita, etc., me fijo sobre todo en la orientación que tiene, y de ahí decidir la mejor hora del día para fotografiarlo por fuera (no sé qué haríamos ya sin herramientas como Google Maps, por cierto), así como en la propia factura del edificio, ya que unas veces es mucho más interesante el interior y otras veces el exterior.

Casi todo el trabajo lo realizo con dos objetivos: el 17 TS-E (interiores, y exteriores de edificios muy grandes o con poco espacio para alejarse) y el 24 TS-E II (exteriores, principalmente), aunque a veces también uso el 45 TS-E (casi exclusivamente para exteriores). El 17 es un objetivo formidable, imposible de batir dentro de los edificios, aunque en los exteriores puede producir una perspectiva un tanto extraña, debido a su carácter de gran angular extremo. El 24, por su parte, produce una perspectiva bastante más natural, pero a veces no es suficientemente ancho, sobre todo en interiores. Ambas lentes son una absoluta maravilla de la ingeniería de Canon, y producen las imágenes más nítidas y con más detalle fino que he visto en mi vida para sus respectivas distancias focales. Unidas a cualquiera de mis dos cámaras de 21 megapíxeles (Canon 5D II y Canon 1Ds III), los resultados son impresionantes, hasta tal punto de que quiero preparar una exposición con fotos de gran tamaño con aquellas imágenes que más me gusten de este proyecto. Por su parte, el 45 produce una perspectiva prácticamente idéntica a la del ojo humano, por lo que me gusta usarlo si es posible, pero suele resultar una distancia focal demasiado larga para la mayoría de los edificios.

Por último, este proyecto me está permitiendo descubrir algunas maravillas cercanas que, por eso mismo, nunca acababa uno de visitar. Cuando muestro a los amigos imágenes de las iglesias de Santa María (Carmona) o de Santiago (Utrera), quienes no las conocen las ubican en Francia o en cualquier país que asociamos inmediatamente al gran gótico, sin sospechar que esos pilares y esas nervaduras están ahí mismo, al alcance de un paseo de 20 minutos en coche...